Relax en la bella Querétaro

Querétaro, 5 de abril

El viaje para mí está llegando a su fin, tan sólo me quedan dos días en este país. Para nuestro penúltimo día podíamos haber elegido entre ir a San Miguel o quedarnos en Querétaro. Finalmente decidimos quedarnos en Querétaro para así poder comer con Mabel y pasar algo más de tiempo con ella. MJ y Esther irán a San Miguel mañana viernes.

Este penúltimo día nos lo tomamos de auténtico relax. Nos levantamos bastante tarde y quedamos para desayunar en el centro. Como creo que ya he comentado, es un auténtico placer sentarse en una de las múltiples plazas de esta ciudad y simplemente dejar el tiempo pasar disfrutando del lugar y del ambiente. Después del desayuno, y hasta la hora de la comida decidimos dar un paseo más por Querétaro.

Casi por casualidad, orientándonos de cúpula en cúpula de iglesia (y hay muchas) llegamos a una plaza con una de iglesia bastante grande donde enfrente había una fuente que justo en ese momento estaba ofreciendo un espectáculo de música coordinada con la fuente. Vale que no es el Hotel Bellagio de las Vegas, pero no estuvo mal.

De ahí seguimos moviéndonos entre plazas e iglesias hasta el centro de nuevo, donde quedamos con Mabel para comer. Las chicas querían comida mexicana para nuestro último día (para mí, una tortita más de maiz y reviento), así que Mabel nos llevó a un lugar cuanto menos curioso. Digamos que este restaurante era la antítesis de lo que podría ser el bar Coyote. El restaurante en sí se llama La Mariposa, y merece la pena ser visitado. En la parte de fuera hay una pastelería donde la gente se amontona para comprar dulces.

Ya en el interior, un salón decorado estilo años 50 con sus paredes empapeladas con motivos florales y unas camareras que nos trasladan a mediados del siglo pasado. Pero ojo, que nadie se imagine unas pinups sirviendo comida típica americana. Aquí las camareras son casi más una combinación entre Betty la Fea y enfermeras de la I guerra mundial que amablemente te atienden. La sensación que da todo el local es de una absoluta limpieza, el trato de las camareras es excelente y la comida también está muy bien. Para comer nos decidimos por unas enchiladas de pollo y queso verdes y rojas.

El cansancio acumulado nos hizo mella y decidimos irnos al hostel a descansar un rato hasta la hora de la cena. Al ser semana santa el centro de Querétaro estaba cerrado al tráfico, así que nos costó un poco conseguir un taxi. Por cierto, por lo que nos han dicho aquí no hay mucha tradición de procesiones, aunque el jueves santo sí estaba la tradición de visitar los siete templos y en algunos lugares hay representaciones del via crucis.

Para nuestra última noche juntos las chicas querían ir a un sitio llamado Pollo Feliz, una especie de Kentucky Fried Chicken local donde al parecer hacen un pollo al carbón bastante bueno. Por desgracia el dios del viaje las castigo y el local permanecía cerrado, así que nos fuimos a un centro comercial cercano al hotel de Mabel donde había una especie de bar medio mexicano medio americano donde nosotros también tomamos nuestra última cena juntos.

De vuelta al hotel, yo recogí mi mochila y tocó el momento de despedirme de Mabel, a la que desde aquí le doy las gracias por todo mil veces ya que ha sido la mejor guía que podíamos haber tenido. La verdad es que se desenvuelve en este país ya con una soltura digna de un mexicano de nacimiento, pero que nadie se preocupe, sigue siendo la misma y encima esta experiencia está siendo tan positiva que va a volver con cientos de anécdotas nuevas buenísimas que contarnos. A nosotros ya nos ha contado algunas y merecen la pena, a ver si se anima a retomar su blog. Con MJ y Esther quedaría el viernes para desayunar y despedirme.