jueves, 5 de abril de 2012

Visita a la historia de Guanajuato

Guanajuato, 5 de abril

Después de un desayuno en el hostel a base de cereales, leche, café y tostadas, decidimos descansar allí hasta las 10,30 que vendrían a buscarnos para hacer una excursión que nos mostrase algo más de Guanajuato. Esta excursión costaba 120 pesos pero no incluía las entradas a los museos, solamente el guía y el transporte, sin embargo nos pareció interesante tomarla para ver algo más de la ciudad.

La primera parada fue el mirador donde se encontraba la estatua del Pililo. Desde aquí podía verse una panorámica completa de la ciudad con sus edificios más importantes destacados y todas las casas de colores al fondo. Como curiosidad, hace tan sólo una semana pasó Ratzinger por aquí y al parecer la población estaba sufriendo cortes de agua a diario desde entonces ya que se dilapidó demasiado durante la visita del Papa. La vista desde aquí merece mucho la pena y personalmente me hubiera gustado subir al atardecer para disfrutarla con un color distinto.


De ahí nos llevaron por algunos de los túneles más importantes de la ciudad, por donde se canaliza todo el tráfico. Esto es como una M-30 pero con más encanto, la ciudad por debajo está hueca y esto permite que los coches no estén en la superficie. Estas calles subterráneas también son transitadas a pie y se puede acceder a ellas a través de las antiguas alcantarillas, ahora convertidas en pasos peatonales.


De aquí nos llevaron a la casa de los lamentos, una turistada que encima nos costó 35 pesos. En su interior se nos contó la historia de don Fulgencio, un hombre que perdió a su mujer siendo asesinada y desde aquel momento se dedicó a matar a distintas jóvenes en Guanajuato cual Jack el Destripador, intentando hacer un pacto con el diablo para que le devolviera a su amada. La leyenda está bien, pero la casa en sí es terrible, una especie de pasaje del terror cutre con muñecos cuyo máximo terror lo provoca el soso del guía dando portazos. Totalmente prescindible.

De aquí nos fuimos a una fábrica de dulces y licores donde al menos pudimos probar bastantes cosas interesantes. No estuvo mal, sobre todo por el momento gorrón que vivimos, pero vamos que el mayor interés de esto era que comprásemos algunos dulces del lugar. De la fábrica de dulces fuimos a un lugar algo más interesante, el museo de la inquisición, donde nos mostraron algunas de las máquinas de torturas usadas antaño por la Inquisición. Al menos aquí el guía fue bastante más gracioso y probó con algunos de nosotros estas máquinas de torturas. A mí como español, me tocó sentarme en el garrote vil y MJ le tocó echar a cara o cruz si era cortada a la mitad con un hacha-péndulo. Para su familia y amigos, tranquilos, ganó.

Del museo de la inquisición fuimos a la Iglesia de San Cayetano, una capilla construida por una promesa que se hizo a este santo por parte de los españoles que explotaron el yacimiento de plata de las minas de Valenciano, al parecer uno de los más importantes del siglo XVIII y del que salió gran parte del oro y la plata que se consumió en España en ese siglo. Por supuesto no faltó una visita a esta mina, de la que en sus mejores tiempos se sacaban por cada tonelada 100 kilos de plata y 2 kilos de oro. En la actualidad este yacimiento se sigue explotando y 400 hombres trabajan allí, pero ya no tiene tanta riqueza.
Bajamos a lo más profundo de la mina y allí fuimos conscientes de la dureza del trabajo de aquellos hombres que eran casi esclavos. Trabajaban solamente por la comida y algo de ropa y cuando entraban en la mina era raro el caso del hombre que duraba más de 2 años allí. No nos extraña, la bajada de los primeros 60 metros ya era casi una prueba de supervivencia, con unas escaleras que invitaban a despeñarse y eso que nosotros no íbamos con pesados sacos cargados.

De la mina de Valenciana pasamos a un lugar donde nos dieron una explicación sobre los cuarzos de la zona, también para que comprásemos, y de ahí nos fuimos a la última parada, el museo de las momias de Guanajuato. Al parecer se encontraron 107 cadáveres momificados de los que se exponen 52 en este museo. Nosotros no pudimos entrar porque había una cola terrible y ya eran las 15,30 de la tarde, todavía sin comer nuestro autobús de vuelta a Querétaro salía a las 17,30.


La verdad es que el tour no está mal, pero nos pareció poco interesante para lo que realmente habíamos visto el día anterior y sólo es recomendable si se está en la ciudad más de un día. Por supuesto la casa de las lamentaciones y algunas de las turistadas que sufrimos son perfectamente salvables y no merece la pena pagar por ellas, pero la visita a las minas, los calles subterráneas, el museo de la Inquisición y las vistas desde el pililo sí merecen la pena.

Para comer seguimos la recomendación de Mabel y fuimos a un lugar de comida mediterránea, el Gallo Pitagórico. Lo mejor de este lugar eran las vistas de la ciudad, un broche de oro perfecto para esta visita. De vuelta a Querétaro Mabel nos esperaba en su hotel. Después de una ducha rápida bajamos al centro a dar una vuelta y cenar algo.

No sabemos si es porque aquí también son vacaciones de Semana Santa, o porque la vida en México es muy de puertas para fuera, pero Querétaro también nos daba la sensación, al igual que Guanajuato, de ser un pueblo en fiestas. Las terrazas estaban llenas de gente que atestaban las plazas, los mariachis cantaban por todas partes y en general había muchísimo ambiente.


Nosotros fuimos a un pub donde cenar algo y de ahí, cansados de todo el día de visita, nos fuimos a tomar un helado. Haciendo un exceso nos acostamos a medianoche, en este viaje parecemos cenicientas y antes de la medianoche estamos durmiendo y agotados. Mañana toca visitar Querétaro de día.

2 comentarios:

  1. Que guapos con los cascos !! Disfrutad de lo que os queda!!! Un beso. Encar

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  2. Reholita chamacos, a mi me ha impresionado lo de la vida subterránea, tiene que ser una pasada. No habéis contestado si hay procesiones o no, ya contareis. Adiosiiiiito

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